Argentina sin cenizas. Parte I

Tantos años planeando este viaje… que parece mentira que por fin se haya hecho realidad. El domingo, día 10 de julio de 2011, salimos del Aeropuerto Madrid-Barajas con destino Buenos Aires, haciendo escala, eso sí, en Roma. Puede parecer extraño el alejarse del destino en un primer momento para volver a dirigirse luego hacia él, pero cuando eso supone un ahorro de 400 euros, la decisión (para nosotros) está justificada.

La primera sorpresa de nuestro viaje nos la dan al facturar, cuando nos comunican que, al contrario de lo que pensábamos, podemos abandonar el aeropuerto de Roma durante el tiempo que tenemos entre vuelo y vuelo, o lo que es lo mismo, durante siete horas. Aprovechamos ese tiempo para tomar un tren (8 euros por trayecto) y acercarnos al centro de la ciudad. Elegimos bajar en la estación de San Pedro, después de hacer transbordo en Trastevere. El calor en Roma es sofocante y más cuando se va concienciado para afrontar el invierno argentino, pero nuestras ganas de aprovechar cada minuto de este viaje pueden con todo y no hay sombra que no apacigüe esas altas temperaturas.

La plaza de San Pedro aún conserva los paneles que adornaron la ceremonia de Beatificación del Papa Juan Pablo II. Su majestuosidad nos recibe a escasos diez minutos de la estación de tren. Seguimos andando hacia el Castillo de San Angelo y cruzamos el puente que lleva el mismo nombre, para iniciar nuestro paseo por la Roma más conocida. Pero el reloj nos llama, y ahora es Argentina quien tiene el papel protagonista, así que volvemos a tomar el tren que nos devuelve al aeropuerto de Fiumicino.

A las diez de la noche parte el avión que nos llevará hasta Buenos Aires. Fila 40, parte central… por delante tenemos la nada despreciable cantidad de 13 horas de viaje. Pero la ilusión es buena compañera y el tiempo pasa pronto. Con apenas un cuarto de hora de retraso llegamos al aeropuerto de Ezeiza en la capital argentina, recuperamos sin problemas nuestras maletas y nos disponemos a inaugurar nuestros recién estrenados pasaportes.

Cuando has tenido que superar mil y un obstáculos para llegar a tu destino, éste sabe todavía mucho mejor. Al llegar a la capital nos enteramos de que hay vuelos de compañías distintas a la nuestra (Alitalia) que no han podido llegar hasta este aeropuerto por las cenizas del famoso volcán chileno que aún continúa haciendo de las suyas. Para colmo, nos informan de que días antes el país alertó de posibles problemas de desabastecimiento de combustible, una situación que podría echar por tierra todos nuestros planes.

Sea como fuere, nuestros amigos nos reciben en el aeropuerto argentino y con una amabilidad impagable nos llevan hasta el que será nuestro alojamiento durante las dos próximas noches: The Clan House B & B. Este Bed & Breakfast se encuentra ubicado en un lugar privilegiado a pocas «cuadras» de la famosa Casa Rosada -sede del Gobierno argentino- y del Obelisco, entre otros puntos de referencia.

En Buenos Aires todo está hecho a lo grande. Sus grandes avenidas llenas de gente conviven con majestuosos edificios. Llaman la atención sus rectas calles, unas y otras se cruzan formando ángulos rectos, respetando unas distancias más o menos fijas y facilitando que los trayectos puedan medirse por «cuadras», algo imposible en la mayor parte de las ciudades españolas.

En la capital argentina, visitamos el centro, Palermo Soho, La Recoleta (con su llamativo cementerio y el Museo de Bellas Artes), Galerías Pacífico (antes albergaban el Museo de Bellas Artes) y el famoso Café Tortoni (el café más emblemático de Buenos Aires, donde además de comer, podremos disfrutar de un show de tango para el que es necesario reservar).

El viaje continúa por lo que hemos llamado «Argentina sin cenizas», el equivalente al norte del país. El volcán chileno nos cerró las puertas del archiconocido Perito Moreno y de la admirada Tierra de Fuego, pero algunas de las maravillas del norte de Argentina nos esperan.