Dubrovnik tiene un encanto especial. Edificios de piedra blanca y tejados de color naranja, rodeados por una muralla que los separa del Adriático y que no podemos dejar de recorrer porque, gracias a ella, veremos la mejor cara de la ciudad y descubriremos esa otra menos hermosa, que no puede esconder. Y es que la nueva Dubrovnik intentó recuperarse a toda prisa de las huellas que dejó la guerra, pero hay marcas difíciles de borrar.
Os presentamos la Perla del Adriático a través de varias fotografías que tomamos durante nuestro penúltimo día en tierras croatas: