Polonia. Parte II

Seguimos nuestra ruta por Polonia en dirección Norte, hacia la costa del Mar Báltico, y llegamos hasta el Castillo de Malbork, considerado el castillo de ladrillo más grande del mundo. Ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y fue construido entre los siglos XIII y XIV. Al parecer, la mayor parte de lo que podemos visitar hoy en día ha sido reconstruido, ya que, por su localización estratégica, tuvo usos militares hasta la Segunda Guerra Mundial.

Castillo de Malbork (Polonia)Estamos casi a finales de agosto, pero hace frío. Antes de comenzar este viaje, leímos en una guía que en Polonia esta época del año se podía equiparar al otoño de España, y ahora podemos dar fe de ello. Por eso, la chaqueta se convierte en nuestra fiel compañera.

Casi cinco horas después de salir de Varsovia, llegamos a Gdansk. En coche ambas ciudades están separadas por apenas tres horas y media, pero nosotros viajamos en autobús y paramos en el Castillo de Malbork para comer en un restaurante que se encuentra en el propio castillo.

Gdansk (Polonia)Gdansk es una de las ciudades con más encanto de Polonia. Tiene casi medio millón de habitantes, pero su población aumenta considerablemente en verano, no solo con la llegada de turistas extranjeros, sino también con los polacos que quieren disfrutar de la playa situada a menos de 10 km del Gdansk más turístico.

Como en la mayoría de ciudades polacas, casi todos los edificios fueron reducidos a escombros durante la II Guerra Mundial. Da miedo pensar que casi hasta «antes de ayer» esta hermosa ciudad estaba compuesta tan solo por simples cascotes. En tiempo récord, Gdansk ha sido reconstruida y ha recuperado su esplendor. Al pasear por las calles Dluga y Dlugi Tard (calles peatonales), nuestra mirada se dirige inevitablemente a un lado y a otro, atraída por las llamativas fachadas de las casas. Las viviendas de esta zona de Gdansk nos recuerdan a las que encontramos en ciudades del Norte de Europa como Amsterdam.

Como curiosidad, nos explican que los dueños de estas casas debían pagar impuestos en función del ancho de la fachada, sin importar la profundidad del edificio o su superficie total. Ésa es la explicación de por qué encontramos casas tan estrechas, pero muy profundas que cuentan con patios interiores que permiten que entre la luz.

La zona más turística de Gdansk se extiende junto al río Motlawa. En ella, se encuentra la Puerta de la Grúa, construída en el siglo XV y restaurada en 1956. En el interior se puede observar el mecanismo que permitía cargar y descargar los barcos que llegaban al muelle, un mecanismo que, para que nos hagamos una idea, es similar a las ruedas con las que juegan los hámsters en sus jaulas, solo que en este caso, su tamaño era mucho mayor y eran los propios obreros los encargados de moverlas.

Gdansk 1

Junto al río, numerosas terrazas invitan a disfrutar de las vistas acompañados de un café y, cómo no, de una manta, un elemento que no falta en ninguna de ellas, ya que, en cuanto comienza a oscurecer, la temperatura desciende de forma considerable. Así, en pleno agosto, no nos sorprende ver a gente cubierta hasta la cintura, como si estuviera sentada en la mesa camilla de su casa. Hay que aprovechar porque el verano aquí es muy corto y dentro de poco los habitantes de Gdansk tendrán que enfrentarse de nuevo al duro invierno que les traerá temperaturas que rondan los -30º.

De las calles de esta ciudad, destacamos también la calle Mariacka, que desemboca en la parte trasera de la Basílica de Santa María, un templo de ladrillo cuya torre principal, en contra de lo que suele ser habitual, no finaliza en punta. Dicen que se debe a que un gigante la usó para sentarse a descansar… En la calle Mariacka encontramos, además, númerosas tiendas y puestos donde se puede comprar lo que consideran el «Oro del Báltico»: el ámbar.

Sindicato SolidaridadNo nos detendremos mucho en la historia de Gdansk porque ya ha ocupado numerosas páginas en los libros de texto, pero nos quedamos con uno de los episodios más destacados: el importante papel que jugaron los trabajadores de los astilleros y el sindicato «Solidaridad», clave en la mejora de las condiciones de los trabajadores y conocido, sobre todo, porque de él salió uno de los mandatarios del país, Lech Walesa, y porque contó con el apoyo del mismísimo Juan Pablo II. El Papa ofició una misa en el barrio obrero de la ciudad a la que asistieron dos millones de personas, cifra más que llamativa si tenemos en cuenta que la ciudad solo contaba con medio millón de habitantes.

De Lech Walesa dicen que su labor como líder del país no fue tan alabada como el papel que jugó en «Solidaridad», por lo que solo ocupó la Presidencia durante un mandato. Hoy en día, dispone de un despacho en la calle principal donde atiende a las personalidades que llegan a Gdansk y manifiestan su deseo de entrevistarse con él.