Budapest. Parte III

Gran SinagogaAmanece temprano un día más en la capital húngara. Este tercer día nos proponemos sacarle el máximo partido posible a la tarjeta de transporte de 24 horas que compramos en una de las máquinas que se encuentran, entre otros lugares, en la parada de tranvía que hay junto a nuestro apartamento. La validamos a las nueve de la mañana, por lo que nos valdrá hasta que dejemos la ciudad el día siguiente, martes 25 de noviembre.

Pero para eso aún falta un día, así que aún tenemos muchas visitas pendientes… Comenzamos la jornada visitando la Gran Sinagoga que se encuentra en el Barrio Judío, es la más grande de Europa y la segunda del mundo después de la de Nueva York. El Museo Judío está situado junto a la Sinagoga, al igual que el Cementerio de los Héroes, un camposanto donde fueron enterrados quienes murieron durante la ocupación nazi. Y en la parte trasera de la Sinagoga, podemos contemplar un impactante monumento que se conoce como El Árbol de la Vida, en homenaje a los 600.000 hebreos húngaros que murieron a manos de los nazis.

Árbol de la VidaMás tarde, tomamos el que se conoce como «metro pequeño». Es la línea amarilla, la línea 1, que llega hasta la zona donde se encuentra la Plaza de los Héroes, el Museo de Bellas Artes y el Palacio de las Artes. Dicen que esta línea de metro es de visita obligada, ya que es la más antigua de la ciudad y se conserva prácticamente como en sus orígenes. Los vagones son pocos y antiguos, las paredes de cada parada están cubiertas de azulejos y aún se pueden ver las taquillas de madera que estaban operativas hace tantos años.

Monumento al MilenioSin perder detalle desde nuestros asientos en el vagón, llegamos al destino que nos hemos marcado: la parada Hosök Tere. Nada más salir a la superficie, nos topamos de frente con la estatua que corona la Plaza de los Héroes, la estatua del arcángel San Gabriel. Es la pieza central del Monumento al Milenio, que se colocó en 1896 y con el que se simboliza el nacimiento de la nación húngara. Si nos situamos de frente a este Monumento, dejamos a la izquierda el Museo de Bellas Artes y a la derecha el Palacio de las Artes, dos construcciones de estética clásica.

Baños SzéchenyiSi seguimos de frente, cruzamos un pequeño puente y llegamos a unas amplias zonas verdes que componen el Parque de Városliget, donde entre otros edificios destacados se encuentran los famosos baños Széchenyi. En su web podéis encontrar todo lo relativo a las tarifas que ofrecen, pero no os fieis demasiado de la que hace referencia a la entrada para visitar el recinto, ya que esa opción, que según nos explican se puede prolongar durante diez minutos, está sujeta a la disponibilidad de un empleado de los baños que pueda acompañarte. La verdad es que el simple hecho de acceder por la puerta principal y levantar la vista para contemplar las pinturas que decoran el techo ya merece la pena…

Monumento de la Rueda del TiempoTambién en este parque se encuentra el zoo, el parque de atracciones, el Castillo de Vajdahunyad y el Monumento de la Rueda del Tiempo, un enorme reloj de arena. Y si lo vuestro es el patinaje, también encontraréis en esta zona, en esta época del año, una gran pista de hielo que invita a participar hasta a aquellos que no tenemos mucha soltura con este deporte.

Tras visitar Városliget, y después de combinar metro y tranvía, llegamos hasta Isla Margarita. Como su nombre indica, es una isla situada en el Río Danubio, a la que muchos acuden para disfrutar de zonas verdes y hacer deporte. Aquí se ubican varios hoteles y se pueden ver las ruinas de un convento dominico, pero desde nuestro punto de vista, es una visita bastante prescindible si se dispone de poco tiempo en la ciudad.

Volvemos a tomar el tranvía para desplazarnos ahora hasta el Monte Gellért. Monumento de Los ZapatosDe camino, hacemos parada en la orilla de Pest, cerca del Parlamento, para contemplar el monumento de Los Zapatos, dedicado a los judíos. Zapatos de hombre, mujer y, lo que es más impactante, de niños forman una hilera que se extiende a lo largo de unos metros y que algunos visitantes han ido adornando con flores y velas.

Volvemos a subir al tranvía camino del Monte Géllert y pasamos por el famoso Hotel que lleva el nombre de ese monte, una zona en la que destacan los baños termales que aprovechan los manantiales que brotan del interior de la colina. El monte alcanza una altura de 235 metros de altura y desde su cima se tienen unas impresionantes vistas del Danubio y de sus puentes. También en la zona alta se encuentra la fortaleza y el monumento de la Liberación, cuya iluminación puede verse perfectamente durante la noche desde la orilla de Pest.

Para alcanzar el punto más alto del Monte Géllert tenemos dos opciones: la primera, armarnos de valor y respirar hondo para subir a pie a través de distintos caminos; y la segunda, llegar en tranvía o metro hasta la parada Móricz Zsigmond körtér, desde allí tomar el autobús 27 (un autobús muy pequeño, pensado para aguantar las pronunciadas curvas con las que se encuentra en la subida) y bajar en la parada Citadella. Desde Citadella hasta el monumento de la Liberación aún tenemos varios metros a pie hasta la cima, pero nada que ver con realizar todo el trayecto desde la parte baja sin recurrir al transporte público.

Vista desde el Monte Géllert

Como hemos explicado en diversas ocasiones, la noche cae pronto sobre Budapest, por lo que siempre es una buena idea aprovechar la tarde para visitar los puestos navideños que decoran con sus luces el centro de la ciudad en esta época del año. Además, si como nos ocurre a nosotras, no está entre sus planes alojarse en el Hotel Four Seasons, estos días tiene la opción de entrar en él, visitando el mercadillo navideño que tiene sus puertas abiertas al público.

Poco a poco el tiempo en la capital húngara se nos acaba… Un viaje más llega a su fin, pero como suele ser habitual, despedimos un viaje aprovechado al máximo ¡Hasta la próxima!