Japón. Parte VI

Esta vez damos los buenos días desde Tokio. Las ventanas de nuestro hotel nos permiten comprobar cómo las miles de luces que nos despidieron la noche anterior han dejado paso ahora a los incontables rascacielos que pueblan esta ciudad. 

Tokio es ese lugar que no has pisado nunca, pero que parece que conoces de toda la vida. De tantas veces que has visto en vídeo sus enormes edificios, sus calles repletas de letreros de colores o su metro desbordado de gente, resulta familiar y, a pesar de su impresionante tamaño, no llegas a sentirte extraño, más bien todo lo contrario.

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Nuestra primera jornada en Tokio comienza con la visita al Santuario de Meiji, uno de los que recibe más turistas, dedicado al primer emperador del Japón moderno, el emperador Meiji, y su esposa, la emperatriz Shoken. Terminó de construirse en 1921, años después de la muerte de ambos. Sin embargo, las bombas acabaron con él durante la Segunda Guerra Mundial, y no fue hasta 1958 cuando recuperó de nuevo su esplendor, al ser reconstruido.

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En toda la zona predominan los tonos ocre, de hecho, los majestuosos torii que encontramos a nuestro paso son de madera y cobre, con la figura de un crisantemo, como santuario-meiji-3aparecía en el blasón de la familia imperial.

En cualquier guía de Tokio, encontraremos este santuario entre «los imprescindibles». De él dicen que otorga un toque de tranquilidad al centro de la ciudad. Y eso a pesar de que en épocas como las celebraciones de Año Nuevo, que se prolongan durante tres días, recibe la visita de alrededor de tres millones de personas.

La siguiente parada la hacemos en el Ayuntamiento de la capital nipona. Desde las plantas más altas, conseguiremos unas vistas espectaculares.

Nos acercamos ahora hasta el Palacio Imperial. Una vez que bajamos del autobús, tenemos que recorrer un tramo a pie por un cuidado parque, que desemboca en una amplia explanada de gravilla. Ese lugar que ahora parece algo excesivo, a buen seguro se llenará de gente durante las celebraciones oficiales.

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Según la Constitución moderna de Japón, el emperador desarrolla una función similar a la de un jefe de Estado en una Monarquía Constitucional. El actual Emperador es Su Majestad Akihito, que sucedió a su padre Hirohito en 1989. Sin embargo, quizás a muchos os suene más todo lo que tiene que ver con los Príncipes Akishino y Kiko, ya que sobre esta última y su estado anímico mucho se ha escrito en los medios de comunicación.

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Durante nuestra visita a los alrededores del Palacio, no había ni rastro de Sus Majestades, pero sí pudimos observar el cambio de guardia, y admirar, una vez más, la pulcritud que caracteriza a los edificios de este país.

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Dejamos atrás el Palacio Imperial y nos dirigimos ahora hacia el Templo Sensoji, el templo budista más antiguo de Tokio. Se encuentra en el barrio de Asakusa y está dedicado a Kannon, la deidad de la misericordia.

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La puerta Kaminarimon es la primera de las dos que dan paso al templo. De ella cuelga una enorme linterna. El tempo Sensoji se levantó en el año 645 y a él acuden cada año alrededor de 30 millones de personas. El edificio principal fue arrasado durante la Segunda Guerra Mundial y reconstruido en los años 50.

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Junto a la nave principal, encontraremos un quemador de incienso y, a su alrededor, multitud de personas que siguen las tradiciones, conduciendo el humo hacia aquellas partes de su cuerpo en las que sienten dolor o quieren que mejoren.

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También en esta zona, podemos recorrer la calle Nakamise o Nakamise-dori, una calle comercial repleta de pequeñas tiendas que venden souvenirs y productos típicos de Asakusa. En uno de estos puestos podemos comprar algo para comer Plato ramen Tokioo, si lo deseamos, entrar en alguna de las pequeñas casas de comidas que hay en los alrededores y tomar por solo unos yenes un plato de ramen.

Para recorrer los alrededores del templo, se requiere mucha paciencia, ya que será necesario esquivar continuamente a los cientos de visitantes que hacen el mismo trayecto que nosotros. Eso sí, de vez en cuando el paseo por esta zona es amenizado por estampas como la que tenemos la oportunidad de fotografiar: dos de las muchas chicas que deciden ponerse un kimono para llevarse un recuerdo inolvidable de su visita.

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Y después de todo esto, aún nos quedan ganas de conocer la otra cara de Japón. Ésa más moderna que ha dado la vuelta al mundo y que todavía sigue sorprendiendo a diestro y siniestro. En esta ocasión, nos acercamos hasta Akihabara, considerada la mayor concentración de tiendas de electrónica del mundo.

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Cuentan que, tras la Segunda Guerra Mundial, emergió en esta zona un importante mercado negro que vendía radios y electrodomésticos. Hoy la oferta se ha ampliado a ordenadores, videojuegos, cámaras y todos los productos relacionados con el mundo de la electrónica que se nos puedan pasar por la cabeza.

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Además, Akihabara se ha convertido en el paraíso de los seguidores del Manga y el Anime, numerosas tiendas venden sus productos y sus ilustraciones se muestran en los anuncios que cubren las fachadas de estos enormes edificios.

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Por cierto, el hecho de que esta zona esté plagada de aparatos electrónicos y que este país sea la cuna de las principales marcas no quiere decir que aquí los podamos adquirir tirados de precio. Con solo echar un vistazo, comprobaremos que se adaptan al nivel de Akihabara selfievida de los japoneses y, por tanto, lejos de lo que podemos considerar barato para nosotros.

El día de nuestra visita la calle principal está cortada al tráfico hasta que anochece y eso nos ofrece la posibilidad de fotografiar las mejores perspectivas de esta vía, y disfrutar tranquilamente de este verdadero museo al aire libre.

Y otro tipo de museo no oficial, pero en este caso bajo techo, es una de las grandes superficies comerciales más conocidas de la zona, que tiene un nombre muy familiar para nosotros: «Don Quijote». Éste es el lugar ideal para explotar el lado friki que, con mayor o menor intensidad, todos llevamos Akihabara tienda mangadentro. A lo largo de cinco o seis plantas, conectadas por escaleras mecánicas, descubriremos los productos (a bajo precio) más variados y llamativos que podamos imaginar.

La última planta del edificio es un amplio salón recreativo donde jóvenes, y no tan jóvenes, dan lo mejor de sí frente a grandes pantallas plagadas de colores. Basta con dar un pequeño paseo para descubrir uno de los lugares donde es posible liberar toda esa tensión que nuestros anfitriones contienen de forma admirable en otros lugares que recorren en su día a día.

vestidos-lolitas«Don Quijote» alberga, además, una cafetería Meido Kissa o, lo que es lo mismo, una cafetería en la que sirven chicas vestidas de «criadas». Por su aspecto, nosotros las llamaríamos «Lolitas»: chicas jóvenes (la mayoría no aparenta más de 15 años, aunque dicen que son mayores de edad), vestidas con uniformes muy cortos y maquilladas como si fueran muñecas. Las veremos no solo en estas cafeterías, también a las puertas de varios negocios, actuando como gancho para atraer clientes. Sin duda, llama la atención la gran cantidad de jovencitas que visten así. De hecho, sus uniformes se pueden adquirir, entre otros lugares, en el propio «Don Quijote».

Si se visita Akihabara, se recomienda perderse por las callejuelas adyacentes e ir descubriendo por uno mismo las pequeñas tiendas abiertas en sótanos o pisos. El tiempo aquí pasa volando, la noche llega y los coches vuelven a circular por la calle principal. Tranquilos, la magia de pasear por esta calle es sustituida ahora por otro de los grandes atractivos de la zona: los vehículos de mil colores y mensajes que componen un auténtico museo en movimiento.

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