PROPUESTAS – Como siempre decimos, y no nos cansaremos de repetir, los mejores viajes no son siempre los que nos llevan a recorrer miles de kilómetros. A veces, a la vuelta de la esquina nos espera una gran sorpresa. La última la hemos encontrado a solo una hora y media de casa, en la localidad cacereña de Alcántara y sus alrededores.
Partimos de la base de que no se puede conocer a fondo un lugar si solo le dedicamos 24 horas, pero ese tiempo sí nos permite acercarnos a él, descubrirlo y tenerlo en cuenta para próximas visitas.
128 kilómetros separan Alcántara de nuestro punto de partida, Mérida. Prácticamente la mitad de ese recorrido se realiza por la A-66, la Autovía de la Ruta de la Plata. El tiempo acompaña, luce el sol y hay algo de viento. Elegimos la Hospedería Conventual de Alcántara (105 € la noche con media pensión) para pasar la noche en esta localidad próxima a la frontera con Portugal. El alojamiento ocupa un antiguo convento del siglo XV. Sus habitaciones son amplías y acogedoras, y entre los servicios que ofrece, se puede disfrutar de su piscina al aire libre.
Optamos por conocer primero las afueras del pueblo. Recorremos en coche los dos kilómetros que separan la Hospedería del Puente de Alcántara. En el entorno hay bancos para contemplar con detenimiento esta joya de la ingeniería civil romana, construida en la época del emperador Trajano. También encontraremos indicadas varias rutas que se pueden realizar a pie, algunas de las cuales permiten ver el puente desde el nivel del río Tajo. Este puente fue elegido Mejor Rincón 2014 de la Guía Repsol (junto con la Ermita de San Felices de Haro, en La Rioja).
Volvemos a subir al coche y nos dirigimos hacia la Piscina Natural La Cantera. No tiene pérdida, solo hay que cruzar el Puente Romano y tomar la carretera en dirección Portugal. Pronto veremos un letrero que nos muestra el desvío hacia la Piscina. Comienza a partir de ahí un camino en el que, siguiendo las indicaciones que conducen al camping (que se encuentra cerrado), llegaremos a nuestro destino sin problemas. Desde Alcántara a la Piscina se tarda unos diez minutos en coche.
Cuando lleguemos a nuestro destino, podemos aparcar el coche en la zona habilitada para ello y disfrutar de un baño (no fue nuestro caso, ya que hacía un día para no quitarse la chaqueta). En el entorno, hay varias mesas y sombrillas para quien opte por llevarse su comida. También encontramos una parte con arena en la orilla, donde extender la toalla. Los amantes de la naturaleza tienen, además, una buena oportunidad para disfrutar de las aves que anidan y sobrevuelan la zona. Opciones, como veis, para todos los gustos.
Retomamos de nuevo el camino para visitar ahora un lugar al que le teníamos muchas ganas. Lo conocimos hace un año, cuando la Junta de Extremadura le otorgó el reconocimiento de Bien de Interés Cultural, con la categoría de Zona Arqueológica. Hablamos del `Canchal de los Ojos´ o `Peña Buraca´. Para llegar, nos dejamos guiar por el móvil, a través de Google Maps. Hay que llegar hasta la localidad de Piedras Albas y, una vez allí, tomar la salida que conduce a la piscina municipal. Nuestro destino se encuentra en una finca particular, así que seguimos un camino de arena y decidimos dejar el coche junto a la puerta. El resto del recorrido, unos setecientos metros, lo hacemos a pie por una preciosa dehesa, entre encinas. Para alcanzar nuestro objetivo, debemos abrir una cancela, que cerramos a nuestro paso.
A medida que seguimos caminando vemos enormes piedras que anuncian que nos acercamos a nuestro destino. El `Canchal de los Ojos´ o `Peña Buraca´ nos da la bienvenida de espaldas, pero al situarnos frente a este monumento natural, solo podemos emitir palabras de admiración.
Algunos hablan de él como un enigma sin resolver. Tradicionalmente, se ha asociado con un santuario prehistórico, pero los estudios en la zona aún están en pañales. Solo se sabe que los restos arqueológicos se extienden en torno a la figura más sobresaliente, y se pueden encontrar varias tumbas talladas en piedra, altares y otras formas todavía sin catalogar.
Volvemos a la Hospedería, donde comemos y, después, nos adentramos en la localidad de Alcántara, con cerca de 1.500 habitantes. La joya de la corona, junto con su puente, es el Conventual de San Benito. Durante la primera semana de agosto, acoge algunas de las representaciones del Festival de Teatro. El resto del año, en su interior se celebran cursos y conferencias. Los turistas podemos conocer sus secretos gracias a las visitas guiadas gratuitas que organizan durante todo el día. Cuando nosotros fuimos, había visitas por la mañana (a las 10.15h / 11.15h / 12.15h y 13.15h) y por la tarde (a las 17.00h / 18.00h y 19.00h). Si tenéis la oportunidad, no dudéis en dedicarle esa hora que dura la visita porque os va a sorprender gratamente.
Después, recomendamos perderse por el pueblo… Acercarse hasta la Iglesia de Santa María de Almocóvar y, al lado, la Iglesia de San Pedro de Alcántara, frente a la que se encuentra una gran estatua dedicada al Santo. No muy lejos de allí, veremos el Convento abandonado de las Monjas Comendadoras y, a unos pasos, el conocido como el Mirador de las Monjas. En este punto, comienza un camino que baja hacia el Puente Romano de Alcántara.
Si continuamos nuestro paseo, podemos recorrer las estrechas calles del Barrio Judío, contemplar varias partes de la antigua muralla o pasar, por ejemplo, bajo el Arco de la Concepción.
La noche, como contamos, la pasamos en la Hospedería, en la que también disfrutamos de la cena y el variado desayuno del día siguiente. Termina aquí esta escapada de un día a Alcántara, pero nos ha dejado tan buen sabor de boca, que estamos seguros de que habrá una próxima vez.