Países Bálticos. Parte II

Todavía en tierras lituanas, visitamos Kaunas, una ciudad pequeña, donde nos recibe su castillo, o al menos, lo poco que queda de él: fragmentos de su muralla y una torre que ha sido restaurada.

En esta ciudad destaca sobre todo la Plaza del Ayuntamiento, llamado en lituano «Rotuse». El edificio municipal se conoce también como el «cisne blanco de Kaunas» por su color y la esbelta torre de la fachada.

En una de las esquinas de la Plaza, se encuentra la Catedral Basílica de Kaunas. Conviene explicar que Lituania es un país muy religioso donde la mayor parte de la población se confiesa católica, por eso, no nos debe extrañar encontrar un gran número de iglesias allá por donde vamos y todas ellas con las puertas abiertas a los turistas de forma gratuita.

La parte antigua de la ciudad se extiende en una pequeña península, en la confluencia de los ríos Neris y Neumas.

Continuamos el camino que nos llevará hasta Riga, la capital de Letonia, pero antes de alcanzar nuestro destino, nos detenemos en un lugar muy venerado por los lituanos, pero que resulta bastante tétrico para muchos de los turistas que se acercan hasta allí, hablamos de la Colina de las Cruces. Cuentan que la primera se colocó en el siglo XIV, como signo de identidad religiosa y, con el paso del tiempo, es imposible calcular el número de peregrinos que han seguido los mismos pasos. Ahora, esta pequeña colina y sus alrededores se encuentran sembrados de cruces de todos los tamaños y materiales, desde madera hasta plástico, pasando por las que están hechas a ganchillo.

La siguiente parada en nuestro trayecto es el Palacio de Rundale, que inaugura nuestro recorrido por tierras letonas. De hecho, una vez que pasamos la frontera que separa Lituania de Letonia volvemos a encontrarnos con el mismo problema que cuando llegamos al primer país de este viaje: necesitamos cambiar nuestros euros por una nueva moneda, el Lats (1 euro = 1´40 Lats). Solo así, podremos adquirir el ticket que nos permite hacer fotografías en el interior del Palacio (precio: 1 Lats).

Este Palacio fue construido en 1740 en estilo Barroco de inspiración italiana por Bartolomeo Rastrelli. Los amantes de lo recargado y de la majestuosidad de otras épocas disfrutarán, sin duda, en su interior.

Finalmente, llegamos a la ciudad que nos acogerá durante los dos próximos días: Riga, la mayor de los Países Bálticos, con más de 650.000 habitantes. Su centro histórico, al igual que ocurre con el de Vilnius, ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. En ese reconocimiento tiene mucho que ver la gran colección de edificios de Art Nouveau que encontramos en sus calles. Además, por si eso fuera poco, la ciudad cautiva al visitante por su actividad incesante, por su ambiente, por la música en directo que en cada terraza deleita a los que hasta allí se acercan… Riga tiene mucho encanto, pero de él hablaremos en la próxima parte.