VIAJES AL DETALLE – La última parte de este viaje trascurre entre dos ciudades: Marrakech y Casablanca. Pasamos poco tiempo en cada una de ellas, por lo que me limitaré a hacer un comentario muy general sobre ambas. La primera destaca sin duda por su extensión, es una ciudad en la que se ha construído mucho y a poca altura, por lo que recorrerla, ya sea andando o en autobús lleva su tiempo. Nuestra primera visita al centro de la ciudad tiene lugar por la noche y en carroza. La vista que tenemos desde una de las terrazas que miran hacia la plaza principal es espectacular. A esas horas, las luces de los puestos de comida y de los vendedores ambulantes se difuminan entre el humo que sale de las cocinas. Esas imágenes conviven con la música que crean los grupos que se forman en varios puntos de la plaza. Para recorrerla a pie se recomienda paciencia, mucha paciencia. Se nos nota a distancia que somos extranjeros y, por tanto, objetivo perfecto para los vendedores que quieren atraer clientes.
Junto a la plaza, se encuentra el Zoco donde podemos encontrar todo tipo de utensilios, ropa y, cómo no, comida, comida que te invita a sacar la cámara y llevarte el recuerdo de esa llamativa mezcla de colores que crean, sobre todo, las especias y los frutos secos.
Ya de día, visitamos los Jardines de la Menara, donde dicen que aprendían a nadar los guerreros que cruzaban el Estrecho de Gibraltar para llegar a la Península Ibérica. Después, nos fotografiamos junto al minarete de la Koutoubia, la que se considera la hermana gemela de la Giralda de Sevilla, y recorremos el Palacio de la Bahía, antigua vivienda de una persona adinerada de Marrakech.
Nuestro viaje a tierras marroquíes finaliza en Casablanca, la capital administrativa del reino. La ciudad no destaca por su belleza, pero alberga uno de los edificios más impresionantes del país: la gran mezquita de Hassan II, inaugurada reciente y famosa por sus descomunales dimensiones y los lujosos materiales que se utilizaron en su construcción. La entrada cuesta alrededor de 12 euros, precio por el que nos ofrecen una visita guiada en español que se prolonga durante casi una hora. La visita merece la pena, sobre todo porque es la única mezquita que nos permite la entrada en el país.
Sin duda alguna la idea de viajar a Europa enamora a cualquiera. La idea de conocer y disfrutar de una cultura tan antigua, atrae a cualquier viajero en busca de aventura.
No está de más planearlo todo para disfrutar al máximo de la travesía en el viejo continente.
Gracias por compartir.
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