Berlín, 24/11/13 – El segundo día nos despertamos bastante temprano. Ya hemos comprobado lo pronto que anochece y queremos aprovechar al máximo nuestra estancia. Además, hemos reservado la visita a la cúpula del Reichstag a las 9.00h y tenemos que estar allí un cuarto de hora antes. Solo se puede acceder a la cúpula con reserva previa que se puede hacer por internet en la web www.bundestag.de . La visita, eso sí, es gratuita y merece la pena ver de cerca esa genial obra del arquitecto Norman Foster. No hay que olvidar llevar un documento de identidad, ya sea DNI o pasaporte, porque el control de acceso es muy exhaustivo e incluye el paso por el detector de metales y el posible cacheo de los policías si al arco de seguridad le da por dar la voz de alarma.
Cuando llegamos a la parte alta, nos entregan una audioguía, también gratuita, que podemos escuchar en español y no perder detalle de los entresijos de esta obra, entre otros, de cómo la cúpula está abierta por la parte superior y el agua de lluvia y la nieve se recogen en una especie de embudo gigantesco para luego utilizarla en la calefacción del edificio del Parlamento.
Poco antes de las 11.00h llegamos al Starbucks de la Puerta de Branderburgo, punto de encuentro de los “tours gratuitos” que ofrece la empresa Sandemans, a través de New Berlin. Los hay en inglés, alemán y español. Durante dos horas y media nos permiten tener un primer contacto con algunos de los edificios y monumentos más característicos de la capital alemana. Podemos reservar estos tours por internet en la web de New Berlin o presentarnos directamente en la puerta de este Starbucks y unirnos al grupo. En realidad, los llaman “gratuitos” porque no te marcan la cantidad que tienes que dar al guía, pero al final del recorrido, cada turista les da lo que cree conveniente. Al inicio, es el guía el que te explica (o al menos eso hizo el nuestro) que ellos trabajan como autónomos y que somos nosotros los que debemos poner precio a su trabajo, aunque sí que te comentan que la mayoría de los “guiados” les suelen pagar entre 10 y 15 euros.
Comenzamos el recorrido con nuestro guía junto al Hotel Adlon, famoso, entre otras cosas, porque desde una de sus ventanas, Michael Jackson puso a todos el alma en vilo al mostrar a uno de sus hijos de una forma poco ortodoxa…
La siguiente parada nos lleva al Monumento dedicado al Holocausto, una obra que se asemeja a cientos de tumbas de diferentes alturas. Nos cuentan que el hecho de que ninguna tenga pintadas o graffitis se debe a que están cubiertas de un producto que las repele, un producto que curiosamente fabricaba una empresa directamente relacionada con la muerte de tantos judíos en la etapa Nazi.
Tras dos horas y media recorriendo el centro de Berlín, decidimos acercarnos a visitar la East Side Gallery, una interesantísima galería de arte al aire libre que se extiende a lo largo de algo más de un kilómetro de Muro, de lo poco que aún queda en pie. Entre esas obras de arte, es inevitable fotografiar algunas de las más conocidas como el “Bruderkiss” o las cabezas de Thierry Noir.
Que buen articulo, me ha gustado saber tu experiencia por Berlin 🙂
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Muchas gracias! Me alegro, la verdad es que es muy fácil escribir cosas buenas de esta ciudad…
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