Poco a poco y contra nuestra voluntad, este viaje va llegando a su fin. Abandonamos nuestro penúltimo hotel en tierras noruegas y emprendemos el camino que nos va a llevar hasta Bergen, última parada de nuestro circuito. Bergen es la capital del Condado de Hordaland y tiene algo más de 270.000 habitantes. Muchos la consideran la ciudad más bella de Noruega y una de las más bonitas de Europa. Está rodeada por miles de islas y flanqueada por siete colinas. No cabe duda de que Bergen es una ciudad para recorrerla con calma, paseando por sus calles y admirando sus recovecos.
Nosotros llegamos al destino marcado a mediodía. Lo primero que hacemos es dejar el equipaje en nuestro hotel, el Radisson Blu Norge, que tiene una ubicación privilegiada, en pleno centro de la ciudad, a pocos minutos a pie de las principales zonas de interés. Después, comenzamos la visita.
En primer lugar, nos acercamos hasta el famoso Mercado del Pescado al aire libre. Una serie de puestos donde se pueden degustar los platos de pescado más conocidos de la zona, y también comprar productos envasados al vacío para llevar como recuerdo de esta tierra. Aquí encontraremos además los típicos embutidos de ballena o reno, entre otros. Durante el paseo por este Mercado es inevitable que nos llame la atención que desde cualquier puesto nos inviten a probar los productos en español, y es que gran parte de las personas que atienden son jóvenes llegados desde nuestro país, dispuestos a mostrarnos las bondades de lo que allí se vende. Ellos se desviven con el gran número de viajeros españoles que llegan a Bergen en cientos de cruceros, y con todos aquellos que llegan por tierra. Y es que es llamativo lo fácil que es escuchar hablar castellano en cualquier calle de la ciudad.
En el Mercado del Pescado podremos pedir un plato cocinado y sentarnos tranquilamente a comerlo en la zona habilitada para ello, o probar un pedacito de lo que amablemente nos ofrecen las personas que se encuentran tras el mostrador. Si ustedes nunca tuvieron la oportunidad de comprobar la diferencia entre el salmón salvaje y el que habitualmente encontramos en la pescadería, éste es el lugar indicado.
A pocos pasos del Mercado del Pescado, se encuentran las preciosas casas de madera de Bryggen. Sus llamativos colores y sus curiosas formas nos animan a perdernos entre las estrechas callejuelas que las separan y en sus patios interiores, nos invitan a subir sus inclinadas escaleras y a visitar, por qué no, aquellas que han sido rehabilitadas y ahora se usan como tiendas o talleres de artesanía. Las famosas casas hanseáticas de Bergen componen, sin duda, una de las imágenes más características de esta hermosa ciudad y fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Y si queremos conseguir una visión general, comprobar la gran extensión que tiene, no tenemos más que subir a la zona de mayor altura con el funicular. El llamado Floibanen se toma en el centro de Bergen y por 85 coronas (cerca de diez euros) podemos hacer el recorrido de ida y vuelta. A lo largo del trayecto que realiza hay varias paradas, pero las mejores vistas las conseguiremos si nos bajamos en la última, donde hay una amplia zona con jardines y locales para hacer compras o tomar algo, y donde también podrán fotografiarse con los personajes más famosos y feos de Noruega: los Trolls.
Los amantes del Arte tienen también varias visitas obligadas en esta ciudad. Junto a Lille Lungegardsvann, encontrarán los distintos edificios KODE 1, 2, 3 y 4. Durante nuestra estancia en Bergen, el KODE 3 alberga una colección temporal del reconocido artista noruego Edvard Munch. La entrada para visitar todos los edificios tiene un precio de 100 coronas, alrededor de 11 o 12 euros.
Éstos son solo algunos de los elementos más representativos de esta ciudad, pero como decimos, lo más recomendable es ir descubriéndola poco a poco por uno mismo. Y cuando toque hacer una parada, nada mejor que perderse en uno de sus pubs. De hecho, los hay con mucha historia a sus espaldas. Luz tenue para disfrutar de una cerveza o cualquier otra bebida y, cómo no, de la conversación. Éste fue el broche de oro de nuestro viaje: un gran grupo, una gran guía y un gran conductor reunidos, compartiendo sus experiencias ¿qué más se puede pedir?