Para los que vivimos cerca de la frontera con Portugal, escaparse un fin de semana a disfrutar de sus extensas playas es un plan más que apetecible en primavera. Algo menos de tres horas en coche separan Mérida (nuestra ciudad de partida) de Brejos de Carregueira, la localidad donde se encuentra el alojamiento que hemos reservado a través de la web de Booking. Se trata del Alojamento Local Verde e Mar, un sencillo hotel, renovado recientemente y próximo a las principales playas de la zona (la habitación doble para dos noches nos salió por 100 euros = 50 euros por persona todo el fin de semana). Obviamente, por ese precio no ofrece grandes lujos, pero está muy limpio y tiene lo justo para descansar un par de días.
Tenemos suerte y el tiempo acompaña. Eso sí, los días soleados van seguidos de noches en las que refresca bastante, por eso, no está de más no olvidar la chaqueta en casa.
La tarde del viernes, día de nuestra llegada (a finales del mes de mayo), nos acercamos hasta la Playa de Carvalhal. El mar está revuelto y no invita a bañarse, pero la puesta de sol llama a gritos a nuestras cámaras. En el chiringuito que se encuentra en esa misma playa, tomaremos nuestra primera cena. Los platos estrella, sin duda, los que tienen al pescado como protagonista.
El sábado por la mañana lo dedicamos a visitar uno de los pueblos con más encanto de la zona: Alcacer do Sal. Desde sus puentes, podemos tomar unas impresionantes panorámicas, siempre dominadas por el Castillo, que ahora alberga una Pousada (el equivalente a los Paradores españoles) y también un Museo, donde podemos contemplar diversos restos arqueológicos encontrados en el entorno.
Y a la hora de tomarse un respiro, una propuesta: el `Bar do Liga´, un espacio tipo Chill-out donde descansar tras la subida al Castillo.
Por la tarde, decidimos volver a la playa, pero esta vez nos dirigimos hasta la Playa de Pego. Lo primero que hacemos es comer en el Restaurante `Sal´y, tras probarlo, no lo recomendamos, ya que, desde nuestro punto de vista, sus altos precios no se corresponden con la calidad de los productos que ofrece.
Esa tarde soleada sí que anima a disfrutar del agua. Nadie dijo que el Atlántico fuera caliente, pero las altas temperaturas empujan a las más valientes a disfrutar de él.
Dejamos la playa y nos acercamos a visitar algunas de las tiendas más chic de esta zona, una zona que, según cuenta la prensa rosa, se ha convertido en territorio de famosos, que buscan un lugar tranquilo y escondido de los paparazzi. Una vez dentro de alguna de esas tiendas, comprobamos que no serán las amables y humildes abuelitas que nos guían en el pueblo las que adquieran sus productos, ya que los precios alcanzan cifras poco habituales para la mayoría de los bolsillos.
Para terminar el día, nos acercamos hasta Carrasqueira, un pueblecito que, según habíamos leído, era famoso por sus cabañas. Una vez allí, comprobamos que no es un pueblo con demasiado encanto, pero aprovechamos para cenar… y cenar bien. Lo hacemos en el Restaurante `O Gonçalves´.
El domingo dejamos nuestro alojamiento y, de vuelta a Mérida, paramos en Estremoz. Tenemos suerte y nuestra visita coincide con el mercado medieval que han instalado en el casco histórico. La localidad luce sus mejores galas. Para comer, elegimos un restaurante digno de tener en cuenta en próximas visitas: `A Cadeia Quinhentista´. Aquí encontraremos una comida exquisita, servida por un personal muy atento y todo con una buenísima relación calidad-precio.
Y con el estómago lleno, retomamos el viaje de vuelta. Pero como decíamos al principio: Portugal está tan cerca, que no tardaremos en repetir la visita.